El aumento de los impuestos coloniales a pagar por los criollos e indígenas provocó numerosas reacciones, aunque cada sublevación tuvo características diferentes y no estuvieron coordinadas entre sí. Entre los movimientos más destacados podemos encontrar podemos mencionar el de los comuneros de Paraguay (1721 - 1735), la rebelión de Venezuela (1749 - 1752), la revuelta de Quito (1765), el movimiento del Socorro (Nueva Granada, 1781), el de Nueva Granada y la sublevación de Túpac Amaru (Perú, 1780).
En general cuando las protestas por el mal gobierno partían de vecinos importantes, las autoridades terminaban con la situación sin demasiada violencia; en cambio, cuando participaban las clases bajas o indígenas, era brutalmente reprimidas. Los criollos preferían no formalizar alianzas con los pueblos indígenas: en algunas ocasiones, aprovechando una rebelión de los vecinos, se sumaban los mestizos, mulatos, esclavos y gente de castas; pero los criollos asustados, percibían estas movilizaciones como una amenaza y optaban por colaborar con las autoridades para suprimir las consecuencias no deseadas de su propio movimiento. Los sectores criollos temían más a la revuelta social que a la opresión de los españoles, ya que su nivel de vida dependía en muchos casos del trabajo indio en las minas, en las haciendas y en los obrajes, y no querían descender en la escala social.
Aunque los movimientos criollos de esta época generalmente no tenían como meta la independencia, contribuyeron a que los criollos tomaran conciencia de su condición de americanos y no de españoles.
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